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PAN CON TOMATES VERDES
Y OTROS CUENTOS
Por Luis de la Paz, Diario
Las Américas
Jueves, noviembre 4 de 2010
En
los últimos tiempos se han publicado algunos libros que recogen
la azarosa vida del cubano durante el llamado "período especial",
eufemismo que sirve para imprimirle cierto carácter de temporalidad,
al hambre, las carencias y las penurias que ha soportado el cubano bajo
el castrismo, pero que sin duda, en los años noventa alcanzó
niveles más que alarmantes. Entre esos libros destacan la novela
Mañana es navidad de Gumersindo Pacheco y el libro de
relatos Pan con tomates verdes (Editorial Silueta, 2010) del
escritor Pedro Merino.
El denominador común de estas piezas es el escenario desolador
y angustioso que se teje en las narraciones. En los 20 relatos que integran
el libro de Merino, convergen marginalidad, jerga, y la picaresca como
mecanismo de supervivencia. Estos elementos juegan un papel importante,
pues delinean (en algunos casos) las anécdotas, y atrapan al
lector. En muchos de los cuentos, mientras los personajes se abren paso,
se teje una atmósfera de miedo, de inquietante inseguridad. El
equilibrio literario está en lo que se va revelando, no en las
formas o el estilo de escritura. Merino recurre a una prosa lineal,
sin sobresaltos, sabe que lo que expresa es suficiente y se regodea
en ello.
Los cuentos de Pan con tomates verdes sólo, al decir de
Lezama. alcanzan su definición mejor, en un régimen totalitario,
por eso algunos textos resultan tácitamente alucinantes y otros
parecen hiperbólicos. Determinadas situaciones pueden llegar
a perderse para un lector no cubano, que no logra entender frases como
"¡Población!: a mi derecha; ¡Plan Jaba!: a la
izquierda", que se leen en el cuento Avisos, haciendo referencia
a planes de distribución controlada de productos alimenticios.
En otro relato, Los Pitusas (nombre por el que se conoce en Cuba
los pantalones vaquero), la estafa y la ya mencionada picaresca campean.
Este texto en particular sirve para ilustrar el uso del lenguaje. El
autor prefirió reproducir la locución callejera, entrecortando
las palabras: "Caballero, los pitusas hay que buscarlos a otro
apactamento; ademá, tenemo que contar el dinero", pero,
como se sabe, no siempre el método resulta exitoso, pues al requerir
atención al vocabulario, el lector no familiarizado puede perder
la interrelación con el entorno.
Pan con tomates verdes se puede situar dentro del llamado realismo
sucio, que en la literatura cubana tiene a Zoé Valdés
y Pedro Juan Gutiérrez como sus más notables exponentes.
Sin embargo en los relatos de Merino, "la suciedad" la aporta
la deshumanización a la que ha conducido el totalitarismo al
cubano, algo que queda muy bien resumido por el escritor Denis Fortún
cuando en la contratapa del libro expresa: "Pedro Merino muestra
la cara de una Habana sórdida, sucia, habitada por gentes sin
escrúpulos, marginales por obligación [...] Seres cercados
por un medio que se hace más hostil a medida que pasan las semanas,
en el que su obsesión se reduce al intento de escapar de un entorno
irrespirable".
Pan con tomates verdes es la triste y fiel crónica de
la Cuba bajo el castrismo, es decir, un retrato de la desesperanza.
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